Wednesday, 1 April 2015

Volver a casa

Siempre quise salir de esta tierra llamada Extremadura. Esperaba con ansias la hora de ir a la universidad y comenzar una nueva vida en otra comunidad autónoma. No me gustaba el hecho de estar en una ciudad en la que iba a coincidir a menudo con la misma gente a la que llevaba viendo dieciocho años; también pensaba que localidades como Badajoz, Mérida o Cáceres no tenían encanto y que salir fuera me enriquecería mucho a nivel personal y académico.

Por todo ello, decidí estudiar en Salamanca, la ciudad universitaria de España. Pero, sin duda, lo más duro sería alejarme de mi familia y amigos. Sin embargo, sabía que sería una experiencia inolvidable y que allí podría ser yo, sin tener que ocultar mis gustos y mi verdadera forma de ser.

En septiembre de 2013 hice las maletas y puse rumbo a la capital del Tormes. Estaba muy nervioso y triste porque ya no vería tan a menudo a mi familia, pero sabía que allí sería muy feliz y, lo más importante, me formaría en aquello que más me gustaba.

Si hay un verbo que define a la perfección mi primer año en Salamanca, ese es “redescubrir”; me redescubrí a mí mismo. Perdí el miedo a ser yo. Pasé por situaciones de extrema felicidad, pero también de tristeza. Sin embargo, son estas últimas las que te hacen más fuerte y gracias a las cuales descubres que en la vida no todo es un camino de rosas.

Hace unos días, como cada mes, regresé a casa. Tras una semana aquí, puedo afirmar que echaba de menos mi tierra y, por supuesto, su calidez. Echaba de menos a mi familia, el clima, el olor a campo y, por supuesto, la afectuosidad pacense.

Y es que, de vez en cuando, hemos de volver a nuestros orígenes…

 

No comments:

Post a Comment